Monday, April 27, 2009

Canon en Re mayor

En las últimas semanas el farol de la calle no enciende, cosa que en éstas pseudo noches de otoño, entre las hojas marrones sin vida y el humo de los campos cercanos, la zona por la que camino, parece un paisaje medieval. Ayer, como regalo de la vida me topé con lo que creo, es la banda de sonido de ésta capítulo de mi vida.

Si quieren seguir leyendo, les recomiendo subir el volúmen de sus parlantes, ponerse auriculares y hacer click en éste video.



Canon en Re Mayor no deja de sonar en mi cabeza, insisto, debe ser que suena a la banda de sonido de éstos turbulentos días, a medida que suenan los acordes se desencadenan imágenes a gran velocidad, sentimientos, lágrimas, dolor de pecho, me moviliza, como si fuera un trayecto hacia algo, y en ese tramo final, cuando las piernas ya no se sienten de tanto correr, cuando la voz se funde con el aliento, y cuando los brazos por más que se estiren -nunca llegan a tocarte- es entonces que se libera otra ola de sensaciones, libertad, cansancio, flojera de piernas ,tímidamente levanto la cabeza, esperando que ese último rayo de sol me toque, que me de la bendición con la luz que calienta algún engranaje mágico que enciende la vida.

Pero no, vuelvo a abrir los ojos, como si fuera otro sueño y ese sol ya no está, es de noche, hay humedad y estoy solo, parado en medio de un haz de luz artificial, bajo un cono azul oscuro de negra noche, intentando encontrar esa pequeña luz que te marque el camino a seguir.

Mejor me acuesto, mientras tanto, en el televisor aburrido de tanto dar y dar por los canales que no canalizan nada, por casualidad (todavía intento creer que no hay casualidad sino causalidades) en una de esas series plásticas de domingo, Pachelbel vuelve a sonar, prometiéndome algo, intentando decirme un no se que, queriendo mostrar una señal, pero todo se desvanece cuando doy vueltas, cierro los ojos y dejo que mis párpados caigan, una vez más, esperando la mañana, la que alguna vez va a llegar, y ese día, cuando intenmos ser lo que cada uno de nosotros espera, anhelo tener la fuerza de mil hombres, para abrir bien fuerte los ojos y poder mirar que ese día, sea el que me permita recordar que vale la pena recorrer el camino para ver lo lindo de éste mundo.

Mientras tanto, sigo sacando punta al teclado, Pachelbel sigue sonando como piña de loco, saliendo por mis auriculares, algo de todo ésto tiene que mejorar.

Ing. Maschwitz, algún día de abril de 2009, el año que todo dejó de ser para crecer.

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