Thursday, August 19, 2010

Ladrones de sueños

Me levanté, como las últimas 30 mañanas, con el mejor reloj despertador. No le fallan las pilas, siempre está adelantado y encima, te prende la luz y prepara café. Mi viejo, como cuando me despertaba para ir a la escuela, ahora me despierta, para que vaya a laburar.

Radio, toallón blanco gigante que me cubre toda la humanidad, agua caliente, jabón juguetón, shampoo para los 5 pelos que quedan, cepillo de cerda abatida por los meses, me recuerda que lo tengo que cambiar, ahora cuando pase la primavera, hay un mito urbano que se jacta de ser temporada de cepillos de dientes. Termino de bañarme o como dicen en algunos barrios pitucos, de darme una ducha, yo prefiero bañarme.

Placard, vista rápida, tengo ganas de vestirme de negro, tengo ganas de mostrar el lado oscuro, el facho que reprimo desde hace más de 18 años sale a la superficie, se jacta de regodearse en ideales poco sociales, de blandir una espada de justicia (de mano propia) que no para de escupir adjetivos descalificativos por credo, por raza y color. Es así, vive en mí desde los 16 años, y cada vez que la sociedad moderna me presiona, sale a dar un paseo, como Atila, sin dejar crecer el pasto por donde pisa.

Hoy no quiero viajar en bondi, que hago si me lo cruzo al pibe que se llevo las 150 fotos de mis hijos? Qué hago si veo o pienso que el próximo tipo de pelo corto y buzo azul de tres tiras es el que se llevó los 12000 e-mails que lleva mi aventura de agencia propia. No se, el facho que llevo dentro quiere encontrarse con él para partirle la cabeza contra el cordón, para agarrarle las manos contra las puertas oxidadas del bondi, pero no, prefiero reprimirlo y recorrer la mitad del parque para tomar el subte E y hacer la eterna combinación hasta Palermo.

Si fuera Manhatan, sería tan cool hacer “commuting”, tan cool ir con el café de paraguas de Starbucks -que tanto me gusta- sería tan cool ir con el Iphone leyendo las noticias, o tan cool ir leyendo el periódico gratis en un “subway” con climatización, no importa si es verano o es invierno, sería tan cool. Pero no, Buenos Aires, esta puta ciudad, que tanto amo, sigue siendo la más linda, las más intrépida, la más divertida, la más cruel, como la de Saverio, la más salvaje, como la de Walsh, la de Bustillo, la de Perón, la de Gardel, pero no es cool, es todo lo otro, pero no es cool. Pensar que caminé las calles de Bogotá, las perdidas calles de Santiago, las aromáticas calles de Lima, me perdí por Montevideo, hasta me di el lujo de caminar por La Perla en el Viejo San Juan o de increpar a un afroamericano –me estoy reprimiendo de nuevo- en la noche oscura de New York, y nunca, me robaron ni 2 pesos, hasta que ayer, mientras laburaba, como todas las noches de regreso a la casa que me toca ese mes, contestaba e-mails, mensajes perdidos de alguna almita en pena, me divertía leyendo los alter-ego de los twitteros, una mano más rápida que la luz me manoteó un manojo de sueños, sí, fotos, música, e-mails, mensajes de texto – de los malos, de los buenos, de los excitantes, de los dolorosos- pero me arrebató 6 meses de anhelos, de provocativos proyectos siderales, se los llevó corriendo, como la canción que cantaba Mavy Díaz –como me canchondaeban ese grupo de mujeres argentinas del rock ochentoso- de las Viudas e Hijas, subió al colectivo, me arrancó la voz y cantando se bajó…

Ahora, voy sentado en el subte de Buenos Aires, ese mismo que se climatiza por el mismo calor de la gente que lo viaja todos los días, esa misma gente que presa de su propia ciudad, no puede comprar autos blindados, ni tampoco puede llevar un café de paragauas en la mano, a gatas puede controlar que le choripateen la billetera, el celular o para las chicas que rajan la tierra que tienen que preocuparse que nadie les haga un hijo de parado. Así se viaja en Buenos Aires, para el orto, así llega la gente a los trabajos, motivador no?
Miro las caras de las personas que tengo enfrente, no parecen felices. El señor que lee el periódico gratuito que está plagado de noticias oficiales de un gobierno no oficial, tiene las mismas botas que usa el actor fetiche del director fetiche de la industria de la animación local, pero no las usa por fetichista, sino porque no tiene otro par de zapatos.
Sigo sin aprender y sigo usando el IPod para viajar, modelo 2005, no es el nuevo, pero acá los winpas te lo ven como si fuera un DVD portátil. Perón se habrá equivocado? Hay días que pienso que sí. Son pocos esos días. Sigo pensando en mi plan de alfabetización digital para los más necesitados, esa generación de pibes que nunca vió trabajar a sus padres, ni a sus abuelos. Sigo pensando que nuestro país necesita una generación –no dirigente ni iluminada- sino una generación de producción de ideas que no se radique solamente en tres facultadas privadas, el mundo digital, las productoras digitales necesitan mano de obra, bajemos educación a las esferas más necesitadas para formar esa clase productora que necesitamos. No necesitamos más dirigentes, necesitamos educación y trabajo.
Sé que soy un puto soñador, pero no soy el único. Pero todo se me cae a los pies, cuando llego a uno de mis objetivos del día. Una prestigiosa corporación, premiada con todos los premios de la industria, hasta el menos pensado. Pero sus empleados, comentan los programas más vernáculos de la tv, los más populares, esos que todos en reuniones sociales negamos hasta tres veces, como Pedro. Educación, trabajo, oportunidades, “Perdón vos sos Diego?” contesté no, “Ah que loco, esperaba a un Diego”. Yo no soy diego, Soy Martín. La muchacha escuálida, raída por la vida con bucles perfectamente desprolijos se perdía en un ascensor ploteado con ideas motivadoras “ENTRA A DIVERTIRTE!” Bienvenidos a la jungla, vos qué presa fácil vas a ser hoy?

Buenos Aires, alguna hora de la mañana en Palermo, no sé si es dead, proof, Queens o Ad.