Friday, April 22, 2011

Cuentos desarmados y otras salivas mentales (segunda entrega)


Hoy, les dejo la segunda entrega de "Cuentos desarmados y otras salivas mentales", el texto de hoy, se llama "Testigo en Peligro".

Durante los últimos años de mi vida, me tocó viajar bastante seguido. He conocido ciudades, aeropuertos, hoteles, personas, comidas. No reniego de nada, de hecho, el viejo Lito Nebia dice que viajando se fortalece el corazón, cosa a la cual suscribo, y creo que debe ser una de las pocas que tengo en común con el co-autor de La Balsa.

El viajar, algunas veces se torna aburrido y hasta quizás monótono. A pesar del Ipod  y sus cuatromil quinientas canciones, a pesar de la mejor y última película de Javier Barden, y hasta de los blody maries que me hacía tomar Kiko entre Dallas y México, siempre, la cosa se vuelve tediosa y previsible. Pero un día, como por menú del destino, te toca, y creo que a pocos mortales le pasó ser espectadores de semejante situación aérea. Espero que éstas personas nunca lean éstas líneas, por que se van a dar cuenta que los ví y de seguro me van a buscar para no solo decirme que me olvidé algunos datos sino también para pedirme disculpas por la envidia que me hicieron sentir.

Ya había abordado en primera clase de Mexicana, volviendo de Monterrey de un pitch que, como la crónica de una muerte anunciada, sabíamos que no lo podíamos ganar. Pero como cuatro gladiadores, vivíamos contentos con la pelea que dimos y por el producto que entregamos, 8 campañas, 8 conceptos, 8 agencias participando y una pinza de punta como puntero de presentación. Marcelo, Pablo, Carlos y yo estábamos sentados en duplas. Las aeromozas repartieron mimosas y canapés, los beneficios de viajar en primera clase son realmente interesantes, hacen que tu viaje sea más placentero, igualmente lo que les voy a contar, no lo tiene ninguna compañía aérea, creo hasta el momento dentro de sus amenities.

La cena, por menú, ya había sido servida. Y como los humanos, somos como los burros, cuando comemos debemos evacuar, la mitad de los pasajeros de primera se levantaron para higienizar sus partes e iniciar la dormida nocturna que les permitirá llegar más rápido a Ezeiza..

Me quité los zapatos, me puse las medias que te ofrecen para que no se enfríen las plantas de los pies, terminé de buscar el playlist adecuado para esperar a Morfeo y dormitar en medio del vuelo. Las luces que quedaban, eran solo las que guían las hileras hasta el baño y la gran luz de un plasma que transmitía un compilado de noticias deportivas de la última jornada mexicana de fútbol.

En la puerta del baño, a la derecha de la pantalla, dos que inician una charla. Entre mi pensaba, siempre hay dos pelotudos que se ponen a hablar cuando el resto quiere dormir y rogaba por que no se pusieran a beber alcohol, ya que era gratis y como de seguro eran Argentinos, se tomarían hasta la presión con tal de aprovechar el viaje y no pagar un peso. Pero no, no bebieron.

Pasaba Pink Floyd en el Ipod y mis ojos comenzaban a ver entre cortado, ya sin mis lentes, iniciaba la entrega a las horas de sueño. Entre parpadeo y parpadeo, note un movimiento brusco de los compañeros parados en el medio el pasillo. Pensé fue un “pozo de aire”, pero no, el resto habitábamos sentados y sin problemas. Los amigos, estaban trenzados, como enlazados buscándose cada uno algo dentro de la boca del otro.
Las manos de ambos, creo, recuerden que no tenía puesto lentes, se buscaban sus intimidades, se  escanearon por demás, necesitaban reconocer sus géneros, y creo por lo visto, ya cada uno sabia el sabor del otro.

Me ubiqué de nuevo en mi asiento, lo miré a Carlos, pero estaba soñando con alguna cámara Gesell de algún grupo focal. Intenté buscarlos a Marcelo, pero ya estaba puesto con el “antiluz” en sus ojos y Pablo dormía. Estaba solo frente a  un espectáculo digno de canal de cable soft de viernes por la noche.

Ella no paraba de moverse entre las piernas de su contrincante, él intentaba unificar su cuerpo, jean mediante contra su pollera negra larga. Nunca mejor elección pensaba yo, entre mi sueño-realidad. Me refregué los ojos, como para cotejar que no estaba soñando semejante hoguera de pasión. Estaba despierto. Me incliné para agarrar las gafas y no volver a perder detalle. La madrugada entraba sin pedir permiso y ellos, amantes furtivos de alto vuelo, se conectaban sin importar lo que sucedía alrededor, mientras el gordito de gafas no corrió a cambiarse, solo se acomodó y comenzó a disfrutar también un poco, pero como espectador de un acto sensual de dos personas que se encuentran, y como siempre digo, los encuentros generan fricciones mágicas, encendidos de pasión dignos de iluminar una ciudad completa.

Alguien se queja con la azafata, obviamente no fui yo, la aeromosa, con mucha calidad, invita a los “amantes” a dejar tanto calor, la cabina ya no podía poner más frio y los pasajeros comenzaban también a sentir las altas temperaturas que ellos emitian.
Era lo que faltaba, en lugar de intoxicarnos colectivamente, nos terminábamos calentando todos y el avión se convertía en una gran fiesta voladora donde hasta el capitán jugaría su rol de señora bien.  Lo peor de todo, no podía compartirlo con nadie, todos mis conocidos estaban soñando con otra cosa, como yo.

Si bien, la azafata, había decretado un primer round entre ellos, no pasaron 3 minutos para que volvieran sobre su camino, pero esta vez con mayor fricción. La mano de él encontró la ruta correcta que lo llevara por debajo de la pollera negra. Ella había enviado señales a su control aéreo, ya estaban despegando en su propio vuelo, que estaba siendo transmitido a un grupo selecto, de los cuales sólo uno estaba despierto, al menos así creía.

Busqué otra canción, me tomé el agua de un sorbo, me di vuelta, entre envidia y asombro, me dormí hasta Ezeiza, esperando que algún día, tambien mi viaje fuera así de placentero. Mientras tanto, por la ventanilla, se via un relámago que aclaraba la noche, por adentro del avión, la noche estaba en llamas.

Martín Latrechina
Testigo en peligro.

No comments: