¿Acaso se puede impedir que llueva en
abril?
¿Alguna vez intentaste frenar el sol?
La luna, tantos poetas, ¿pudieron bajarla?
La luna, tantos poetas, ¿pudieron bajarla?
¿Y el fuego?, siempre se apaga, ¿no?
En cambio, sí podemos impedir mojarnos.
También logramos guarecernos del sol o
aprovecharlo y templarnos.
A la Luna podemos ir, pocos, pero podemos.
Sino, solamente contemplarla.
Y para no apagar la flama, hay que
alimentarla, avivarla, trabajarla, sean fueguitos o fogatas, hay que saber
dirigirlas. O te prendés fuego o entibias tu alma.
No escapemos de los sucesos. Hay que
enfrentarlos.
Podremos salir heridos, magullados, pero
evitemos escapar.
Quizás, lo que hacemos es tomar aire para
embestir.
A lo mejor, corremos de costado, para tomar
envión con fuerza.
Sí “aquello” llegó a tu vida, en algúna
esquina del destino, vas a encontrar las respectivas explicaciones. No trates
de evitarlo, sino se multiplicarán por miles hasta impactarte y hacerte ver,
que nada sucede en vano.
Ahora, relajate. Respirá. Mirá por los costados.
Plegate por la cintura hasta tocarte las
puntas de los pies y convertirte en una sola cosa. Volvé a pararte y preparate
para recibir lo que nunca imaginaste.
Tu destino.
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